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sábado, 10 de diciembre de 2011


Ejecuto la mímica de la distracción,
luego la mímica de la creación,
luego fermentan los amanecidos,
los concebidos en cuaresma,
los que con una mano desatan a su némesis
y conquistan con esa elegancia,
grado de eternos.




/


En esos cantos de ayer
hubo algo de brillo zafirico
pulíamos las aristas hasta sentir los dedos lisos
y en las facetas mirábamos por turno,
los treinta y siete rostros que cada uno tiene.

Pero a uno de entre nosotros
tres o cuatro facetas no daban su imagen,
y digo:
¿no será perder los rostros el anhelo verdadero?

A ese, El de los rostros perdidos,
admiré y admiro como se admira al agua
que sin saber cincela
la escultura mas serena.


/


El tiempo de la eternidad será
roce de sangre en los ojos.
las victimas de tal postergación
serán emancipadas con el advenimiento.

:Vendrá la luz,
:Vendrá la sombra.


/


Volvíamos en aquel tiempo
a ser siluetas sobre el muro.

Escalera que nos lleve al panteón
donde llanto
y perro aguardan
el ultimo requiebro de una voz
que se pierda en lo oscuro.

La caída,
              por ocultar el ansía
                                             de ver primero.






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