No se pierde la mascara,
Sino cuando nos gana la miseria,
Cuando vimos nuestras manos
Esperando recoger lo que no existe.
Se pierde la mascara cuando fingimos
No oir la voz, y no acudimos.
La mascara nos dá dominio,
el dominio nos conglomera,
de nuestros miedos, que son derrotas,
de nuestros amores, que son sosiego,
y de alguna tenue impresión de claridad.
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