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viernes, 24 de febrero de 2012




No se pierde la mascara,
Sino cuando nos gana la miseria,
Cuando vimos nuestras manos
Esperando recoger lo que no existe.

Se pierde la mascara cuando fingimos
No oir la voz, y no acudimos.

La mascara nos dá dominio,
el dominio nos conglomera,
de nuestros miedos, que son derrotas,
de nuestros amores, que son sosiego,
y de alguna tenue impresión de claridad.




Violenta extranjera en su propia piel,
Le deseé los imperios que aún deben
regir sobre la tierra;

Con amor y energía, corrigiéndose,
haciendo de nosotros algo mejor,
Materia de otra edad por venir,
Alterando las lineas originales
De los vientres,
Viendo como la ondulada garganta
Se acerca a mi beso,
Todo el mundo enmendado
Por nuestro idioma.



Vió la saeta, la violencia bella
Viniendo a su encuentro,
Y se dejó envolver,
Codiciar por lo perfecto



Habrá que poner toda la sangre,
Va a tener que ponerse a girar
Lo que tal vez nunca giró,

Y los que conocen no mientan,
Los que sospechan indaguen,

Y aún así sean
Dadores de sed.


Ella es la figura del amor para mí,
Un norte esquivo
Hace que la forma del silencio sea
Unas veces piedad y otras
La Aurora
Vaciando sobre mi sus dones.
Albergo
La espera de los dias que se han ido,
Espero de su voz
El nombre que me nombraba
Y era
Afirmación de lo valuable.
Lo que hemos creado,
Lo guardamos en algún lugar,
Aún lo que en su día destruimos.

Amamos hoy  lo que siempre
Hemos amado.

Todo lo que estuvo en nosotros
Estará cuidandonos siempre